Actualmente se trabaja en la región metropolitana del Valle de Aburrá la intención de conformar un sistema de espacialidades públicas en el cual confluyan áreas rurales y urbanas de especial significado; las rurales por la presencia de muestra representativas de ecosistemas autóctonos o áreas que por sus características fisiográficas, geomorfológicos o de presencia de recursos hídricos entre otros ameriten su conservación o recuperación cuando así se requiera; las urbanas por su repercusión en un doble papel dentro del sistema: de un lado la posibilidad de actuar como áreas conectoras biológicas en medio de la gran urbe, ya sea como corredores biológicos (bosques de riberas) o como pequeños fragmentos de zonas arboladas y de otro como áreas de esparcimiento y recreación para la población urbana, necesitada hoy de sitios que le permitan un mínimo contacto con elementos naturales como factor determinante para la ocupación de horas de ocio.

Por lo anterior el diagnóstico de un área urbana buscando su homologación como ecosistema estratégico resulta vital para el proceso de planificación, pues de allí debe resultar una serie de decisiones guiadas por un documento de control, trabajo y orientación (el plan de manejo), de tal manera que se faciliten las actividades a realizar obviamente ligado a un estado de legalidad que garantice la permanencia como área pública y de interés estratégico para la conservación (exsitu), la recreación y el esparcimiento de la población, situación que deberá ser concedida por la autoridad competente.

En el caso específico del municipio de Bello, el problema de déficit de espacios libres que contribuyan a la recreación y el descanso de las comunidades es notorio, debido al crecimiento acelerado de la población en áreas urbanas, y al desarrollo de grandes procesos urbanísticos que han disminuido y deteriorado la oferta de espacios libres asociados a elementos naturales. Durante dichos procesos urbanísticos con poca planificación a futuro, se han desconocido en muchos de los casos, la importancia de la conservación y protección de éstos lugares en las áreas urbanas.

La conservación de las áreas protegidas urbanas, implica un compromiso entre dos prioridades: la primera, el restablecimiento y mantenimiento de la estructura, composición y función de los ecosistemas nativos; la segunda, su integración al espacio público urbano efectivo, garantizando su disfrute equitativo y su apropiación colectiva, como parte de la estrategia social de conservación urbana.

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